Querido abuelo;
Estés donde estés seguro que te preguntas ¿que nos está pasando?… Te decepcionaría saber como los jóvenes como yo no sabemos en qué creer… Tú que me inculcaste la ilusión de vivir con ideales, la cultura del esfuerzo y me diste grandes lecciones de vida te sorprenderías de ver como lo único que vivimos aquí abajo es crisis política, social, económica y de valores.
Nací en los 80, y pido perdón por ello, por pertenecer a la generación que le tocó vivir las Olimpiadas del 92, que cuanto recuerda la carta de ajuste y que está vacía de convicciones. No di educación a la ciudadanía porque en mi época los valores y el saber estar era parcela de los padres. Tuve la enorme suerte de empaparme de tus vivencias, ser partícipe de tus memorias de postguerra, dictadura, transición… e incluso pude ver como tu cara volvía a ilusionarse cuando recordabas aquello nuevo que llegaba bajo el nombre democracia. Oí las palabras de un hombre de ideas claras y fuertes creencias para poder decidir cuál sería la mano más hábil que pudiera dirigir un país, o que al menos, contara con los rasgos que merecía un representante
Desde entonces ya han pasado algunos años. En este tiempo he crecido como persona, he madurado, me he formado, y me esfuerzo día a día intentando aprender de mis errores para ser la mejor profesional. He hecho que se supone que se ha de hacer pero ¿sabes qué?, soy incapaz de dar un si firme cuando me plantean quien quiero que me represente.
Curiosamente hoy, de la misma manera que tu hacías mañana tras mañana, estaba sentada en la puerta de casa ojeando las páginas del periódico cuando me han llamado especialmente la atención todas y cada una de las noticias que hacían mención a la muerte de Adolfo Suárez. Ni una mala palabra, sólo frases de anhelo.
La gente depositó toda su confianza en el que fuera el artífice de la puesta en marcha de la democracia española. Su extraordinaria capacidad de diálogo, ejemplar ejecutoria, y su modo pacífico de encontrar el consenso le situó como el líder indiscutible y prêt-à-porter de la democracia española. De hecho, fue tal su mediatismo e impecable saber hacer que todos quisieron matarle políticamente, tal fue así, que el partido que el mismo había creado le dio la espalda. Las voces dijeron que algún día, cuando solo el tiempo pusiera las cosas en su sitio, Adolfo volvería… y si, el tiempo puso las cosas en su sitio, pero jamás volvió.
Años después Suárez fallece rodeado de los suyos, acompañado de gestos de cariño, palabras de admiración y habiendo escrito con letras de oro la trayectoria política más ejemplar de la hasta hoy España democrática. Anhelo y recuerdo del político que sin patrones establecidos ni caminos diseñados supo llevar la transición a la democracia… anhelo de un líder que hoy no tenemos….
Abuelo… ¿tú crees que algún día lo tendremos?
Lorena Barrera Méndez
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